Ellos tenían fe en AMLO, hasta que los traicionó con sus acuerdos

    Con una gran ventaja sobre sus rivales, Andrés Manuel López Obrador está seguro de que tiene la presidencia en el bolsillo. Esta comunidad, que una vez le fue leal, está en busca de un nuevo candidato.

    SAN JUAN DE SABINAS, México — Con una ventaja de casi el 15 % en algunas encuestas, el aspirante a la presidencia mexicana por tercera vez, Andrés Manuel López Obrador, está celebrando una victoria temprana. Sin embargo, a menos de cuatro meses de las elecciones, una sorprendente apuesta por reconciliarse con antiguos enemigos y atraer a un grupo más grande ha fracasado, dejando a algunos de sus acérrimos seguidores con la sensación de traición.

    Elvira Martínez, una viuda de la clase obrera del norte de México, estaba dispuesta a votar nuevamente por él.

    Su esposo es uno de los 65 mineros que murieron a causa de una explosión en la mina de carbón de Pasta de Conchos en el estado de Coahuila en 2006. Martínez y otros familiares de las víctimas dicen que Napoleón Gómez Urrutia, entonces jefe del sindicato minero, es en parte el culpable. Lo acusan de reprimir las protestas por las condiciones de seguridad mientras hace tratos en secreto con Grupo México, la compañía propietaria de la mina, que, básicamente, le está robando 55 millones de dólares al sindicato.

    El izquierdista López Obrador es uno de los pocos políticos que ofreció su apoyo a los familiares de los mineros. “Es una gran infamia”, dijo sobre el desastre durante un discurso en la plaza principal de la Ciudad de México, el Zócalo, en 2011.

    Martínez estaba convencida de que López Obrador haría lo correcto con su promesa de luchar contra la “mafia del poder”, término con el que describe las élites políticas y empresariales. Ansiosa por cambiar el statu quo, era simpatizante del grupo de apoyo central de los candidatos izquierdistas.

    Ya no más. El mes pasado, en una jugada que, según Martínez, solo se puede atribuir al deseo de López Obrador de “ganar a toda costa”, el candidato anunció que está ofreciendo un escaño en el Senado de México a Gómez Urrutia, quien ha estado viviendo en el exilio en Canadá por cerca de una década y que, en un momento dado, recibió una circular roja de la Interpol (una solicitud para que la policía de todo el mundo lo arreste en nombre de México) emitida en su contra.

    “Es imperdonable que una persona que se comprometió a representarte decida venderte”, dijo Cristina Auerbach, representante de los familiares de las víctimas de Pasta de Conchos.

    López Obrador dice que llegó el momento de una revolución moral.

    Para su tercera campaña presidencial, el ex alcalde de la Ciudad de México solicitó la creación de una “constitución moral” para luchar contra “el individualismo, la codicia y el odio”. Para ello, López Obrador se hizo amigo de la derecha política, formando una coalición inesperada con el Partido Encuentro Social, considerado conservador y con oposición a la comunidad LGBT, y trayendo a sus antiguos enemigos políticos a su bando.

    El 4 de marzo, López Obrador anunció la creación de una junta que serviría como organismo de control el día de las elecciones, dirigida por Germán Martínez y Gabriela Cuevas.

    Martínez, exjefe del Partido Acción Nacional, también conservador, estaba detrás de una campaña que llamaba a López Obrador “un peligro para México” en 2009. Cuevas, en 2005, pagó la fianza de López Obrador después de haber sido despojado de su inmunidad política por cargos de desacato al tribunal relacionados con un litigio de construcción. Como legisladora en ese entonces, Cuevas quería asegurarse de que López Obrador no se convirtiera en un “mártir”.

    En enero, López Obrador anunció que traería a Marcos Fastlicht, el suegro del ex director general de Televisa, a su gabinete. Televisa suele ser portavoz del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó autoritariamente por 71 años, hasta el año 2000, y regresó al poder en 2012.

    López Obrador también dijo que está ofreciendo un escaño en el Senado a Nestora Salgado, una mujer divisiva que dirigió una unidad de policía comunitaria en el Occidente de México devastado por la violencia. (Aunque la mayoría de los escaños del Senado se eligen mediante elecciones populares, algunos se reservan para que los partidos políticos se los repartan según el número de votos que reciban). Salgado fue arrestado por cargos de secuestro en 2013, aunque posteriormente fueron retirados.

    Esta amplia coalición de personajes insólitos era poco probable en 2006, cuando López Obrador se postuló por primera vez a la presidencia. Después de una derrota reñida, alegó fraude y estableció grupos de protesta en el Paseo de la Reforma durante varios meses, distanciando a los mexicanos que lo veían como una persona obstinada y combativa.

    “En 2006, fue altamente politizado e impedido”, dijo Héctor Zamitiz, experto político de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 2012, en su segunda candidatura presidencial, “se abrió un poco”.

    Ese año, López Obrador, ex militante del PRI, se separó del partido izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y formó su propio partido, Morena (Movimiento Regeneración Nacional). En un esfuerzo por deshacerse de su imagen de radical, hizo un llamado a la creación de una “república amorosa”.

    Fue una operación sigilosa: cuando empezaron a entrar autos al Paseo de la Reforma el 18 de febrero (la avenida principal solo permite bicicletas y peatones los domingos por la mañana), Auerbach y un grupo de familiares de los mineros se dirigieron al edificio de la Bolsa Mexicana de Valores. Bajaron una estatua grande de un vehículo, con forma de “65+” y los nombres de las víctimas de Pasta de Conchos grabados en la superficie roja, y la clavaron en el pavimento.

    Ese mismo día, López Obrador anunció que Gómez Urrutia estaría en la lista del Senado de Morena. Poco después, uno de los asesores cercanos de López Obrador, el millonario empresario Alfonso Romo, comparó al ex jefe del sindicato con Nelson Mandela, el ícono político encarcelado que llegó a ser presidente de Sudáfrica.

    Benito Rosales, que perdió a dos hermanos y un primo en el desastre de Pasta de Conchos, quedó perplejo cuando se enteró del posible regreso del jefe del sindicato.

    “Vamos a ver si lo trae de vuelta, pero para que pague lo que nos debe”, dijo Rosales.

    Su hermana, Gela Rosales, tiene una foto enmarcada de la celebración del cumpleaños de su padre en el 2010, colgada en su dormitorio escasamente amueblado. La familia dejó un pie de espacio entre ellos, justo en el medio, y más tarde incluyó en ese espacio, por medio de Photoshop, a sus hermanos, cuyos cuerpos permanecen atrapados bajo tierra a varios kilómetros de distancia.

    Los Rosales, empobrecidos, con pocos estudios y mineros desde la adolescencia, son símbolos de la población de los pueblos mineros de Pasta de Conchos.

    Hay pocas alternativas para los hombres de estas comunidades. Lázaro Delgado, un minero que formó parte del equipo de rescate de Pasta de Conchos, ha pasado casi tres décadas bajo tierra, ganando cerca de $1200 MXN por semana. Delgado dice que se ha visto obligado a sacar numerosos préstamos bancarios, que aún no ha pagado, para poder cubrir los gastos del mes.

    También estaba planeando votar por López Obrador, pero cambió de opinión después de enterarse de sus planes de traer de vuelta a Gómez Urrutia.

    “La gente se está dando cuenta de que López Obrador no es la paloma blanca que una vez nos hizo pensar que era”, dijo Carlos Pavón, jefe de una gran sindicato minero y ex aliado de Gómez Urrutia.

    Incluso los que encuentran trabajo en las fábricas cercanas se ven perjudicados por las minas: se levantan colinas grandes y continuas de polvo negro cerca del centro de la ciudad. Los niños juegan en campos de fútbol y alrededor de casas de bloques a menos de media milla de distancia.

    Auerbach dice que son estas familias por las que López Obrador debe abogar.

    En vez de eso, “viene a rescatar a Gómez Urrutia”.


    Este post fue traducido del inglés.