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Louis C.K., Aziz Ansari y los dobles raseros sexistas

El fácil retorno de Louis C.K. y Aziz Ansari destaca el doble rasero que existe para las mujeres cómicas como Kathy Griffin y Samantha Bee, que aún siguen disculpándose por haber cometido errores mucho menos graves.

El momento que todos sabíamos que iba a llegar por fin está aquí: apenas un año después de que las alegaciones contra Harvey Weinstein dieran paso al #MeToo, y justo en el momento adecuado, varios hombres a quienes han acusado de acoso y abusos sexuales están volviendo innecesariamente al ámbito público.

La semana pasada, Aziz Ansari realizó varias sesiones abruptas de monólogos en Wisconsin, ocho meses después de que una mujer con la que tuvo una cita en 2017 le acusara de acoso sexual. Esta semana, Louis C. K. realizó una aparición sorpresa en el Comedy Cellar de Nueva York, con material nuevo que sorprendentemente no tenía nada que ver con el hecho de que había admitido masturbarse delante de unas compañeras de profesión sin su consentimiento.

Cómicos como Michael Ian Black y Michael Che ya han defendido el retorno de C. K. al mundo de los monólogos (aunque Black después pidió disculpas por sus comentarios). Las alegaciones contra Ansari son más complicadas y nebulosas; provienen de una publicación en el blog de una mujer; no se tratan de una declaración que se ha analizado a fondo y que viene de varias fuentes. Pero Netflix ya ha indicado que estarán encantados de realizar más episodios del programa de Ansari en cuanto él esté listo. El retorno de ambos comediantes destaca un doble rasero, nada ambiguo y muy frustrante, entre cómo que amonestamos a las cómicas como Kathy Griffin y Samantha Bee por sus cagadas y cómo amonestamos a sus compañeros masculinos, incluso cuando su conducta ha sido más grave.

Mientras los demás seguimos debatiendo cuánto tiempo se supone que debemos permanecer enfadados con los hombres malos, está claro que C. K. y Ansari quieren volver solo bajo sus propios términos. En uno de los programas de Ansari se prohibieron los teléfonos, algo habitual en un espectáculo nuevo, pero que le permite realizar su tour de expiación lejos de las críticas de Internet. La actuación de C. K., mientras tanto, fue toda una sorpresa según el propietario de Comedy Cellar, que dijo que el cómico básicamente se presentó sin avisar y pidió al maestro de ceremonias si podía subirse al escenario.

El público ni siquiera estaba preparado (no obstante le recibieron aplaudiendo de pie cuando se enteraron de que iba a actuar). Dos mujeres contaron a la revista Vulture lo "incómodo" que fue su número. La suya fue la última actuación de una serie compuesta solamente por hombres. Ni C. K. ni Ansari mencionaron las alegaciones que penden sobre sus cabezas durante sus actuaciones. (La de C. K. incluyó un chiste poco afortunado sobre silbatos anti violación). Estos hombres quieren volver, pero solo de manera que sea seguro para ellos, que incluya a un público dispuesto a perdonar y les permita evitar responder a cualquier pregunta dura o incómoda. Y parece que lo están consiguiendo.

La comedia en particular parece que acoge bien estas reapariciones. Ser gracioso prácticamente exige la falta de decoro. (En una entrevista con Hollywood Reporter, el propietario de Comedy Cellar, Noam Dworman, dijo: "Tengo aquí a otros comediantes de los que he escuchado acusaciones de cosas peores que Louis, peores que el acoso sexual. Si todo el mundo que conocemos que ha hecho algo de lo que se siente realmente avergonzado, como esa última escena en Infinity War, desapareciera, veríamos desaparecer a la gente por todos lados"). La razón de ser de muchos clubs de comedia es probar material nuevo, experimental y posiblemente problemático con un público que suele estar acostumbrado a un material escandaloso. La televisión y las películas tienen estándares para el lenguaje y el contenido; mientras tanto, la comedia "stand-up" siempre ha sido un poco bruta y un poco asquerosa. C. K. y Ansari parece que están recuperando sus carreras sin problema, en contraste con algunas de las mujeres cómicas que también se metieron en problemas el año pasado.

Después de que Kathy Griffin apareciera en una foto suya con una cabeza decapitada falsa del presidente Donald Trump, su carrera se estancó. La despidieron de su programa especial de nochebuena en CNN, la despidieron como portavoz de Squatty Potty, se vio obligada a cancelar varios espectáculos en directo por haber recibido amenazas de muerte, le retiraron la invitación a un evento con Al Franken (¿karma?), fue objeto de una investigación por parte del Servicio Secreto y tuvo que ser testigo de cómo varios amigos famosos la denunciaban en público. (Incluso se vio brevemente reducida a hacer un vídeo de transformación física con jeffree Star para YouTube, toda una caída en desgracia). No ha sido hasta hace poco (15 meses después de que apareciera la foto por primera vez) que ha podido retomar su trayectoria. Su retorno, aunque tenido éxito (ganará unos cuantos millones de dólares en su tour "Laugh Your Head Off", con 27 fechas) todavía está dañado por la falta de publicidad en las cadenas de televisión y cualquier medio generalista importante. "Hacer tours es un negocio que funciona muchísimo mejor cuando tienes presencia habitual en televisión", explicó a Forbes en junio. Dice que como todavía no puede aparecer en la mayoría de los programas ha lanzado un servicio de mensajería por correo electrónico y mensajes de texto para apuntar a la gente y promocionar su tour.

Mientras tanto, Samantha Bee, la presentadora de Late Night, no solo tuvo que pedir disculpas por haber dicho en mayo que Ivanka Trump es una "zorra irresponsable" en su programa de debate de TBS Full Frontal With Samantha Bee, sino que el episodio completo se eliminó de Internet. Es una gran pérdida, especialmente porque este segmento trataba sobre la separación sistemática que realiza la administración de Trump entre los niños y sus padres tras cruzar la frontera. Bee dio lo mejor de sí: mordaz y sincera. Tres meses después de aquel chiste de Bee, ella todavía da entrevistas sobre el tema, todavía le preguntan sobre una frase que pronunció en prácticamente 100 episodios de programación. Full Frontal perdió anunciantes, hubo gente que llamó pidiendo que lo cancelaran y TBS decidió empezar a supervisar el programa.

Mientras los demás seguimos debatiendo cuánto tiempo se supone que debemos permanecer enfadados con los hombres malos, está claro que C. K. y Ansari quieren volver solo bajo sus propios términos.

Aquí hay un extraño desequilibrio: en el mundo de la comedia, ser acusado de (o incluso admitir, como ya ha hecho C. K.) acoso sexual te permite facilitar tu vuelta a los escenarios con relativa facilidad, mientras que cabrear a la institución de Trump con una foto desafortunada o con un insulto idiota obliga a realizar una expiación pública continua. Bee y Griffin han tenido que suplicar el perdón del público una y otra vez; mientras tanto, los hombres solo necesitan esperar unos meses a que pase la tormenta. Griffin y Bee se equivocaron solo porque sus chistes no dieron en el blanco, pero por lo menos pidieron disculpas. Tanto C. K. como Ansari publicaron comunicados, pero por otro lado han decidido no participar en la narrativa que les rodea.

A principios de esta semana Che dijo que no es justo sugerir que C. K. se ha librado fácilmente por el mero hecho de que "todavía pueda hacer un monólogo de comedia gratis en un club con aforo para 200 personas un año más tarde". Indicó que "simplemente porque te dé la impresión de que alguien se ha 'librado fácilmente' porque todavía tienen las ventajas que tú matarías por tener, no quiere decir que sea así". Tener que enfrentarse a la gente que se enfada contigo porque no dejabas de sacarte el pene cuando las mujeres no querían que te sacaras el pene parece un precio relativamente pequeño.

Aunque está claro por qué existe el desequilibrio entre los tours "mea culpa" (¡sexismo!!!), sigue siendo frustrante que a la industria de la comedia y a una gran parte de los consumidores les interese más mantener el "status quo". Muchísima gente prefiere reírse de lo que les hace sentir incómodos y prefiere mantener la actual jerarquía en el mundo de la comedia que entrar en un debate más serio sobre por qué el mundo de la comedia es tan tóxico para las mujeres. C. K. y Ansari son hombres bien establecidos que han tenido un éxito enorme, mientras que Bee y Griffin, aunque sin duda también han tenido éxito, no están igual de protegidas cuando la cagan. El viejo club de los chicos sigue reinando.

Desde la actuación de C. K., numerosos propietarios de clubes de comedia y cazadores de talento ya le han dado la bienvenida y están encantados de que actúe para su público. "Todos cometemos errores en la vida y todo el mundo merece el derecho a ser perdonado", indicó el martes a TMZ un ejecutivo de talentos de Carolines on Broadway. Pero el perdón parece más hueco si existe un doble rasero para dicho perdón, si hacer lo mínimo da como resultado una ovación del público simplemente porque aparezcas y cuentes unos chistes, mientras que otras personas (mujeres, el sexismo otra vez) tienen que esforzarse durante meses y meses, a veces años, para recuperar el equilibrio.

Todavía no hay una respuesta clara a cómo debemos gestionar el retorno de hombres cuyas vidas entraron en una pausa momentánea por las alegaciones del movimiento #MeToo. Las conversaciones que estamos teniendo siguen siendo demasiado nuevas, por muy sorprendente que parezca, a pesar de que el acoso sexual es la historia más antigua que se ha contado nunca. Pero mientras siga existiendo el doble rasero y permitamos que los hombres se libren mientras las mujeres cargan con el peso de tener que realizar auténticos tours para pedir perdón, sigue sin bastar con reaparecer tranquilamente, coger un micrófono y esperar que todo el mundo se ría cuando vuelvas. ●

Este artículo ha sido traducido del inglés.