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La nueva comedia romántica de Netflix no permitirá que una mujer gorda sea amada en sus propios términos

Sierra Burgess es una perdedora no cree que su protagonista pueda liarse con el chico guapo de forma honesta.

Soy gorda. No lo digo porque crea que solo las mujeres gordas pueden criticar la nueva comedia romántica de Netflix Sierra Burguess es una perdedora, sino más bien para recalcar el hecho de que tengo un interés personal en esta película: una comedia romántica en la que la chica empollona (bicho raro a la vista) y el guaperas de turno se enamoran vía telefónica y con un poco de ayuda a lo Cyrano de Bergerac debido a una confusión identitaria. Porque he sido esa chica. Llevando una chaqueta que me quedaba mal y buscando la atención de un chico que estaba fuera de mi liga o lo que quiera que signifique esa mierda. Creo que soy una adulta equilibrada (no hace falta preguntarle a mi familia si eso es cierto), sin embargo, todavía hay una parte de mí superficialmente enterrada que responde a los deseos de una niña de 14 años y su afán por encontrar un final de cine junto a un galán. ¡Y esta película parecía que iba a tocar la fibra sensible adolescente que todos albergamos aún en nuestros corazones!

Basándome en el trailer y la trama, me esperaba un romance dulce con los reyes de la escena Netflix, Shannon Purser como Sierra y Noah Centineo como el héroe, Jamey (Barb y Peter Kavinsky, ¡por supuesto!). El trailer deja bien claro que Jamey cree que la chica de la que se está enamorando es delgada y hermosa, pero que los romances de identidades equivocadas pueden ser muy divertidos (podéis ver también los igualmente geniales Shakespeare y Nora Ephron). A medida que la película avanzaba me fui dando cuenta de que no me iba a divertir rollo Tienes un email o Ella es el chico. Espero que no suene demasiado dramático decir que esta película me traicionó.

¿No es un poco radical que en pleno 2018, yo, una mujer con Hulu, Netflix, HBO Go y PBS Passport (para ver a los tíos de la chaqueta de The Great British Bake Off) a su disposición estuviese tan emocionada por una película con una mujer gorda como protagonista que consigue salir con el chico que desea sin necesidad de perder peso o ponerse más guapa en ningún momento (obviando el arreglo de cejas)? Más bien revelador. ¿Qué otras películas con un final feliz de corte romántico tienen como beneficiaria a una gorda? ¿Hairspray? Y... Tal vez ¿Shrek? (Si Ariel no hubiera tenido a todos esos animales abnegados de su parte, la gorda de Úrsula de La Sirenita estaría sin duda también en la lista. Iba a por Eric y quiero pensar que planeaba convertirlo en una de esas pequeñas babosas porque era lo suficientemente tonta como para no percatarse de la magia que bullía a su alrededor).

Pero me estoy desviando del tema. Simplemente, las mujeres gordas no tienen la oportunidad de ser las heroínas cinematográficas demasiado a menudo, así que cuando veo a una en un trailer, siempre intento darle una oportunidad. ¿Quién sabe cuando podremos ver a una heroína como Sierra de nuevo? Si Hollywood nos ha enseñado algo es que no siempre hay segundas oportunidades o, al menos, que hay que esperar como 25 años o una mierda así.

Hay cierta calidad en la película. Ambos protagonistas son adorables. Kristine Froseth está genial en su papel de Verónica como tercera en discordia en esta trama de identidades equivocadas. Chrissy Metz tiene un papel pequeño pero muy bueno y del que se podría haber sacado más.

Pero al final no obtuve lo que buscaba, que era una película con una gorda como protagonista que consigue su propio final feliz. Lo que vi en su lugar fue una película torticera que rechaza a su propia protagonista. El título de la película es el adecuado. Al final de los créditos es evidente que la película no cree en ella como parte real del chico guapo. Es posible que Sierra y Jamey experimenten juntos un final feliz, pero de forma incompleta ya que la trama fuerza a Sierra a volverse de pronto desagradable e incapaz.

Ojalá pudiese llamar a Netflix y decir «lo conseguirás la próxima vez, campeón» y volver a ver A todos los chicos de los que me enamoré. Pero no puedo hacerlo ni dejarlo pasar. Todavía hay muy pocas mujeres con sobrepeso en papeles principales e incluso secundarios. Y en los últimos tiempos Netflix ha ofrecido representaciones un tanto hirientes y extrañas de las mujeres gordas. Insatiable, el desastre tan publicitado de este programa lanzado en la plataforma el mes pasado y que prometía contar una historia empoderante a través de una protagonista gorda. Y es que el producto final es una parodia simplona que busca ser subversiva, pero que más bien resulta ofensiva. Pese a todo, no parece justo comparar Insatiable con la historia de Sierra, pero parece que está surgiendo una tendencia. Netflix, por la razón que sea, se ve incapaz de ofrecer un retrato de la gordura empático.

Lo que es especialmente decepcionante en el caso de la película protagonizada por Sierra es que empieza a todo tren (no como Insatiable, que resulta incomprensible desde el minuto uno). Cuando Sierra aparece por primera vez en pantalla es una burbuja de confianza etérea. Hay una pequeña escena al principio en la que Sierra se mira en el espejo del baño y le dice a su reflejo: «Eres una bestia magnífica». Ver ese despliegue de confianza en una chica adolescente... ¡me derritió el alma! Deja que los comentarios de Verónica (realmente punzantes y algo tránsfobos) le resbalen como si se tratasen de insignificantes bolas de odio. Sabe que es inteligente. ¡Es maravilloso! Ojalá hubiese sido así cuando estaba en el instituto en lugar de una abigarrada bola de pelo con ansiedad!

Es cuando la trama arranca de verdad cuando la cosa comienza a torcerse. Jamey tímidamente intenta ligar con Verónica y esta le da el número de Sierra porque... ¿Es divertido? Da igual, tenía que ocurrir para que la trama siguiera su curso. Por lo tanto, Sierra y Jamey comienzan a mensajearse y a hablar por teléfono y es realmente bonito. Por teléfono tienen una química brutal.

Pero claro, la cosa no puede permanecer así eternamente, así que Sierra recluta a Verónica para que le ayude contestando las llamadas de FaceTime y asista a las citas con Jamey en el cine. A cambio de eso, Sierra ayuda a Verónica a parecer 'más lista' a ojos de su estúpido novio universitario. Durante el punto álgido de la película, Sierra ve a Verónica besar a Jamey. Para vengarse difunde pantallazos de los mensajes privados de Verónica con su novio (y que son un tanto embarazosos). La cosa va muy mal. Jamey termina con una conmoción cerebral y todo el mundo odia a Sierra, ¡y no sin razón! Publica sin una razón coherente información privada de Verónica, con la que había empezado a llevarse mejor. Es un acto repulsivo y completamente fuera de lugar.

En este punto Jamey desaparece del film y solo regresa cuando Verónica lo convence para que lleve a Sierra al baile. Aparece en su puerta en la escena final, que debería ser dulce y visceral, pero la película ha eliminado por completo la voluntad de Sierra, por lo que todo carece ya de significado. No pude más que interpretar la intervención de Verónica para que se reconciliasen como la de una persona atractiva que le pide a otra persona atractiva que le dé a la 'rarita' una oportunidad. Hubiera sido más empoderador ver a Sierra arreglar por ella misma el desaguisado, defenderse por sí sola, decir: «Elígeme. Aquí estoy». No es mi intención destripar toda la chicha de la película, pero, ¿por qué se necesita que la chica guapa intervenga para que Sierra pueda estar con el tío bueno?

Esta falta de voluntad sería un problema para cualquier heroína, pero es especialmente difícil cuando la que pierde la voz es una mujer gorda. La mayoría de las comedias adolescentes de este tipo reflejan el acoso como un acto verbal. Pero desde mi experiencia puedo decir que el peor tipo de acoso que se puede padecer es el de ser ignorada. Hay una escena en la terriblemente bella Eighth Grade en la que la protagonista, Kayla, va a una fiesta en una piscina. Lleva un traje de baño de una sola pieza que no le queda muy bien. Las chicas populares (todas ellas en biquini) solo deben mirarse entre sí para que Kayla sepa que no es una de ellas. La ignoran de un modo más sonoro del que cualquier grito pudiese producir. Donde no se te considera atractiva resultas invisible, no tienes voz.

Esta falta de voluntad sería un problema para cualquier heroína, pero es especialmente difícil cuando la que pierde la voz es una mujer gorda.

El problema con las historias que incluyen personajes gordos, sobre todo chicas, es que puedes andar con lo de «es un personaje seguro de sí mismo, bello» todo el día (y la película lo muestra en algunas de las primeras escenas), pero al final del día, mucha gente, incluso los bienintencionados, creen, aunque no lo digan, que ser gordo solo puede conferir debilidad a quien lo es. Esto se refleja en las historias que nos cuentan sobre gente gorda. Así es como acaba una película traicionando a su protagonista, convirtiéndola en villana. La película desliza subrepticiamente que Sierra, en el fondo, no merece el amor.

Los prejuicios de la gordura son pegajosos y es complicado deshacerse de ellos. Una película tiene que ser radical para eliminar todo rastro de su ADN. Pero una comedia romántica es pura ficción. ¿Me estás diciendo a mí, hija de un usuario de Netflix, que lleva usando la cuenta de la familia desde hace ocho años incluso ahora que tengo un plan 401 (k) que nadie puede contarme una historia de princesas que compran en Eloquii?

¿¡¡Tengo que ponerme yo misma a escribir la historia?!!


Ya no soy una adolescente. Cuando tenía la edad de Sierra pensé que si engordaba algo más moriría y que nadie querría besarme jamás. Bueno, pues engordé. Y no he muerto. Llevo ropa divertida y sigo cuentas en Instagram positivas para los gordos. No menos de tres chicos me han dicho que soy preciosa, valga lo que valga la pena. Pero todavía la quiero. Quiero una historia, una historia de ensueño donde una chica como yo es la heroína. Quiero que una chica gorda se enamore, sin trucos ni charadas de por medio.

A medida que me he ido haciendo mayor, he mejorado a la hora de valorarme: sé que soy bella, que merezco amor. Y no es gracias a la cultura que me rodea, la verdad. Sí, que una mujer gorda como yo puede ser la princesa de su propia historia, porque yo también soy humana. ¿Es mucho pedir que Hollywood lo vea igual?

Este artículo ha sido traducido del inglés.